MEDALLAS FIELDS
¿NOBEL DE MATEMÁTICAS?
Cuando Alfred Nobel instituyó los premios que llevan su nombre preguntó a sus asesores quien debería obtener el Premio Nobel de Matemáticas, le contestaron que el matemático sueco Gösta Mittang-Leffer.
Entonces, Nobel respondió :“ No habrá Nobel de matemáticas” .
Se aseguraba en aquella época que las relaciones entre ambos no eran buenas, debido a surivalidad por conquistar el amor de la misma dama.
Cierto o no, esta “ injusticia histórica ”, se reparó en 1936, cuando se instauraron las medallas Fields que premian la labor de los mejores matemáticos.
LA PRIMERA MATEMÁTICA
Teano nació en Crotona, fue discípula de Pitágoras y se casó con él. Enseñó en la escuela pitagórica. Se conservan fragmentos de cartas y escritos que prueban que fue una mujer que escribió mucho, y eso mismo le atribuye la tradición, , que considera como suyos varios tratados de matemáticas, física y medicina. El tratado Sobre la Piedad del que se conserva un fragmento con una reflexión sobre el número se piensa que es de Teano. Se le atribuyen otros tratados sobre los poliedros regulares y sobre la teoría de la proporción, en particular sobre la proporción áurea.
Después de la rebelión contra el gobierno de Crotona, a la muerte de Pitágoras, Teano pasó a dirigir la comunidad, con la escuela destruida y sus miembros exiliados y dispersos, sin embargo con la ayuda de dos de sus hijas difundió los conocimientos matemáticos y filosóficos por Grecia y por Egipto.
LEONARDO DA VINCI
Biografía de Leonardo da Vinci buscada por Alberto y Jose Antonio:
Nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de una campesina, Caterina y de Ser Piero, un rico notario florentino. Su enorme curiosidad se manifestó tempranamente, dibujando animales mitológicos de su propia invención, inspirados en una profunda observación del entorno natural en el que creció. Giorgio Vasari, su primer biógrafo, relata cómo el genio de Leonardo, siendo aún un niño, creó un escudo de Medusa con dragones que aterrorizó a su padre cuando se topó con él por sorpresa.
Consciente ya del talento de su hijo, su padre lo autorizó, cuando Leonardo cumplió los catorce años, a ingresar como aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio, en donde, a lo largo de los seis años que el gremio de pintores prescribía como instrucción antes de ser reconocido como artista libre, aprendió pintura, escultura, técnicas y mecánicas de la creación artística. El primer trabajo suyo del que se tiene certera noticia fue la construcción de la esfera de cobre proyectada por Brunelleschi para coronar la iglesia de Santa Maria dei Fiori.
Juventud y descubrimientos técnicos
Era un joven agraciado y vigoroso, su gran imaginación creativa y la temprana maestría de su pincel, no tardaron en superar a las de su maestro: en el Bautismo de Cristo, por ejemplo, donde un dinámico e inspirado ángel pintado por Leonardo contrasta con la brusquedad del Bautista hecho por Verrocchio.
Los Médicis habían establecido una corte cuyo esplendor debía no poco a los artistas con que contaba. Pero cuando el joven Leonardo comprobó que no conseguía de Lorenzo el Magnífico más que alabanzas a sus virtudes de buen cortesano, a sus treinta años decidió buscar un horizonte más prospero.
Primer período milanés
En 1482 se presentó ante el poderoso Ludovico Sforza, el hombre fuerte de Milán por entonces, en cuya corte se quedaría diecisiete años como «pictor et ingenierius ducalis». Aunque su ocupación principal era la de ingeniero militar, sus proyectos (casi todos irrealizados) abarcaron la hidráulica, la mecánica (con innovadores sistemas de palancas para multiplicar la fuerza humana), la arquitectura, además de la pintura y la escultura. Fue su período de pleno desarrollo; proyectó espaciosas villas, hizo planos para canalizaciones de ríos e ingeniosos sistemas de defensa ante la artillería enemiga.
Resultó sobre todo fecunda su amistad con el matemático Luca Pacioli, fraile franciscano que en 1494 publicó su tratado de la Divina proportione, ilustrada por Leonardo. Trabajó sobre pintura, arquitectura, mecánica, anatomía, geografía, botánica, hidráulica, aerodinámica, fundiendo arte y ciencia en una cosmología individual que da, además, una vía de salida para un debate estético.
Contratado en 1483 por la hermandad de la Inmaculada Concepción para realizar una pintura para la iglesia de San Francisco, Leonardo emprendió la realización de lo que sería la celebérrima Virgen de las Rocas, cuyo resultado final, en dos versiones, no estaría listo a los ocho meses que marcaba el contrato, sino veinte años más tarde. La estructura triangular de la composición, la gracia de las figuras, el brillante uso del famoso sfumato para realzar el sentido visionario de la escena, convierten a ambas obras en una nueva revolución estética para sus contemporáneos.
A este mismo período pertenecen el retrato de Ginevra de Benci (1475-1478), con su innovadora relación de proximidad y distancia y la belleza expresiva de La belle Ferronière. Pero hacia 1498 Leonardo finalizaba una pintura mural, en principio un encargo modesto para el refectorio del convento dominico de Santa Maria dalle Grazie, que se convertiría en su definitiva consagración pictórica: La última cena. El mural se convirtió no sólo en un celebrado icono cristiano, sino también en un objeto de peregrinación para artistas de todo el continente.
El regreso a Florencia
A finales de 1499 los franceses entraron en Milán. Leonardo abandonó la ciudad acompañado de Pacioli y llegó a Venecia. La Signoria contrató a Leonardo como ingeniero militar.
En pocas semanas proyectó una cantidad de artefactos cuya realización concreta no se haría sino, en muchos casos, hasta los siglos XIX o XX, desde una suerte de submarino individual, con un tubo de cuero para tomar aire destinado a unos soldados que, armados con taladro, atacarían las embarcaciones por debajo, hasta grandes piezas de artillería con proyectiles de acción retardada y barcos con doble pared para resistir las embestidas. Los costes desorbitados, la falta de tiempo y, quizá, las excesivas (para los venecianos) pretensiones de Leonardo en el reparto del botín, hicieron que las geniales ideas no pasaran de bocetos. En abril de 1500 Da Vinci entró en Florencia, tras veinte años de ausencia.
César Borgia, hijo del papa Alejandro VI, dominaba Florencia y se preparaba para lanzarse a la conquista de nuevos territorios. Leonardo, nuevamente como ingeniero militar, recorrió los terrenos del norte, trazando mapas, calculando distancias precisas, proyectando puentes y nuevas armas de artillería. Pero poco después el condottiero cayó en desgracia: sus capitanes se sublevaron, su padre fue envenenado y él mismo cayó gravemente enfermo. En 1503 Leonardo volvió a la ciudad, que por entonces se encontraba en guerra con Pisa y concibió allí su genial proyecto de desviar el río Arno por detrás de la ciudad enemiga cercándola y contemplando la construcción de un canal como vía navegable que comunicase Florencia con el mar: el proyecto sólo se concretó en los extraordinarios mapas de su autor.
También sólo en copias sobrevivió otra gran obra de este periodo: Leda y el cisne. Sin embargo, la cumbre de esta etapa florentina (y una de las pocas obras acabadas por Leonardo) fue el retrato de Mona Lisa. Obra famosa desde el momento de su creación, se convirtió en modelo de retrato y casi nadie escaparía a su influjo en el mundo de la pintura. La mítica Gioconda ha inspirado infinidad de libros y leyendas, y hasta una ópera; pero poco se sabe de su vida. Ni siquiera se conoce quién encargó el cuadro, que Leonardo se llevó consigo a Francia, donde lo vendió al rey Francisco I por cuatro mil piezas de oro. Perfeccionando su propio hallazgo del sfumato, llevándolo a una concreción casi milagrosa, Leonardo logró plasmar un gesto entre lo fugaz y lo perenne: la «enigmática sonrisa» de la Gioconda es uno de los capítulos más admirados, comentados e imitados de la historia del arte y su misterio sigue aún hoy fascinando. Existe la leyenda de que Leonardo promovía ese gesto en su modelo haciendo sonar laúdes mientras ella posaba; el cuadro, que ha atravesado no pocas vicisitudes, ha sido considerado como cumbre y resumen del talento y la «ciencia pictórica» de su autor.
De nuevo en Milán: de 1506 a 1513
El interés de Leonardo por los estudios científicos era cada vez más intenso: asistía a disecciones de cadáveres, sobre los que confeccionaba dibujos para describir la estructura y funcionamiento del cuerpo humano. Al mismo tiempo hacía sistemáticas observaciones del vuelo de los pájaros (sobre los que planeaba escribir un tratado), en la convicción de que también el hombre podría volar si llegaba a conocer las leyes de la resistencia del aire (algunos apuntes de este período se han visto como claros precursores del moderno helicóptero).
Quizás excesivamente avejentado para los cincuenta años que contaba entonces, su rostro fue tomado por Rafael como modelo del sublime Platón para su obra La escuela de Atenas.
Ultimos años: Roma y Francia
En el Vaticano vivió una etapa de tranquilidad, con un sueldo digno y sin grandes obligaciones: dibujó mapas, estudió antiguos monumentos romanos, proyectó una gran residencia para los Médicis en Florencia y, además, trabó una estrecha amistad con el gran arquitecto Bramante, hasta la muerte de éste en 1514. Pero en 1516, muerto su protector Giulano de Médicis, Leonardo dejó Italia definitivamente, para pasar los tres últimos años de su vida en el palacio de Cloux como «primer pintor, arquitecto y mecánico del rey».
El gran respeto que Francisco I le dispensó hizo que Leonardo pasase esta última etapa de su vida más bien como un miembro de la nobleza que como un empleado de la casa real. Fatigado y concentrado en la redacción de sus últimas páginas para su tratado sobre la pintura, pintó poco aunque todavía ejecutó extraordinarios dibujos sobre temas bíblicos y apocalípticos. Alcanzó a completar el ambiguo San Juan Bautista, un andrógino duende que desborda gracia, sensualidad y misterio; de hecho, sus discípulos lo imitarían poco después convirtiéndolo en un pagano Baco, que hoy puede verse en el Louvre de París.
A partir de 1517 su salud comenzó a desmejorar. Su brazo derecho quedó paralizado; pero con su incansable mano izquierda Leonardo aún hizo bocetos de proyectos urbanísticos, de drenajes de ríos y hasta decorados para las fiestas palaciegas. Su casa de Amboise se convirtió en una especie de museo, plena de papeles y apuntes conteniendo las ideas de este hombre excepcional, muchas de las cuales deberían esperar siglos para demostrar su factibilidad e incluso su necesidad; llegó incluso, en esta época, a concebir la idea de hacer casas prefabricadas. Sólo por las tres telas que eligió para que lo acompañasen en su última etapa, la Gioconda, el San Juan y Santa Ana, la Virgen y el Niño, puede decirse que Leonardo poseía entonces uno de los grandes tesoros de su tiempo.
El 2 de mayo de 1519 murió en Cloux.
CIENTÍFICAS EN LA HISTORIA
PREHISTORIA
Para la época de Cromagnon, las mujeres ya fabricaban joyería y mezclaban cosméticos, fue el origen de la ciencia química. Las mujeres siempre han sido curanderas, cirujanas y parteras. Como recolectoras descubrieron las propiedades medicinales de las plantas y aprendieron a secar, almacenar y mezclar las sustancias vegetales. Gracias a la experimentación y a la observación cuidadosa descubrieron cuáles hierbas eran un tratamiento efectivo para diferentes enfermedades. Se puede afirmar que hubo pocos adelantos en la ciencia médica desde la botánica prehistórica que experimentaban con hierbas y raíces, hasta el descubrimiento de las sulfas y los antibióticos en el siglo XX.A partir del 6000 a.C. el desarrollo de la agricultura acelera el ritmo de las innovaciones tecnológicas. Algunos milenios después, los pueblos del Mediterráneo, de la India y de la China darán origen a sociedades complejas y organizadas, basadas en la industria y el comercio, en las que actividades como la observación de los astros y la definición de sistemas de peso y medida adquieren cada vez mayor importancia. Con la historia escrita, el papel de las mujeres en la ciencia y la tecnología inicia su decadencia, pero la memoria de las primeras científicas sobrevive en la tradición religiosa y en los mitos, transmitidos, de generación en generación, hasta nosotros.
ÉPOCA CLÁSICA GRIEGA
Son varios los factores que se han de tener en cuenta para valorar la posición relativa de las mujeres en cualquier sociedad, pero podemos citar dos fundamentales:1º.- Conocer su relación o capacidad de acceso a la educación en un determinado momento de la historia.2º.- La opinión que la sociedad tuviera sobre las mujeres y sobre lo que significa ser mujer.Algunas mujeres tuvieron acceso desde el primer momento a participar en actividades como la filosofía. Para analizar esta situación nos interesa conocer la situación de las mujeres en Grecia, porque se considera el legado de nuestra sociedad, nuestras costumbres, nuestro pensamiento, etc. Todo esto ya se planteaba en la filosofía griega, por ejemplo, el destino y el papel de las mujeres en la sociedad.Las corrientes historiográficas mas clásicas, determinan que en Grecia y Roma las mujeres estaban menos valoradas que los hombres. La opinión dominante en el mundo antiguo era que cuanto menos se hablase de una mujer, tanto mejor.En el año 800 antes de nuestra era, hubo un momento en que las mujeres se movieron libremente por la sociedad y compartieron las discusiones filosóficas con los hombres. Posteriormente perdieron su prestigio, el cual recuperaron con la guerra del Peloponeso, debido a la ausencia de hombres estas volvieron a participar activamente en la ciencia la filosofía y el arte.La alfabetización fue un privilegio de algunas de ellas. En algunas ciudades, como Esparta, a partir de un determinado momento estaba prevista la educación de las niñas.Un grupo de mujeres, las hetairas o cortesanas, no tuvieron obstáculos para acceder al conocimiento, viviendo en Atenas estas mujeres no eran atenienses, por ello al no tener la condición de ciudadanas no estaban sujetas a las leyes de la ciudad, lo que les permitía estudiar todas las artes, las nuevas especulaciones filosóficas, etc.En la Grecia Clásica las mujeres vivían en un estado de difícil segregación, legitimada además por la opinión difundida, y suscrita por voces autorizadas como la de Aristóteles, de la inferioridad básica del sexo femenino. Algunos nombres han llegado hasta nosotros, como los de la astrónoma Aglaonice de Tesalia, autora de tratados y profesora de ciencias naturales, o de Agnodice, famosa en el campo de la medicina y la obstetricia pero también por haber sido protagonista de una de las primeras rebeliones femeninas. En los s.V y IV a.C se organizo en Atenas un cierto movimiento de emancipación femenina, el cual quedó recogido en obras como Medea de Euripides y La Republica de Platón.
CIENTÍFICAS EN EL SIGLO XIX
Las Universidades de la mayoría de los países europeos permanecían cerradas a las mujeres hasta la segunda mitad del s.XIX. En Alemania, solo a partir de 1870 fueron admitidas a titulo de oyentes sin derecho a matricula.En España, fue a partir de 1868 cuando se permitió el acceso de las mujeres a la Universidad; en 1890 sólo había 15 mujeres universitarias. En concreto en Barcelona, Dolors Closas se examino en 1887 en la Facultad de Físicas y Matemáticas y aprobó, pero al poco tiempo le fue anulada la matricula. Se impuso la prohibición de matricular a las señoras.
A pesar de las adversas dificultades institucionales, algunas mujeres destacaron por su participación en la actividad científica.